LA ISLA DE LOS PESCANTES
La población gomera siempre ha sido capaz de superar las dificultades que el territorio le ha impuesto. Ante ti tienes uno de los más elocuentes ejemplos de su capacidad para enfrentarse a las limitaciones que impone un territorio tan hostil como hermoso: los vestigios de los pescantes de Hermigua. Antes de su construcción, a finales del siglo XIX, y tras el hundimiento de la cochinilla, los valles del norte, fértiles y con disponibilidad de agua, comenzaron a producir una importante cantidad de plátano y tomate.
Sin embargo, existía una dificultad para su exportación, inherente a su situación geográfica: el carácter desapacible de su mar, que muchas veces imposibilitaba la carga de mercancías en sus pequeños fondeaderos. Por esta razón, se inició la construcción, de enorme dificultad técnica, de cinco de estas estructuras, que, a similitud de los embarcaderos voladizos del Norte de España, facilitaran la tarea: dos se encontraban en Vallehermoso; uno, en Agulo; y, finalmente, dos en Hermigua.
Gracias a los pescantes, los tres valles multiplicaron el volumen de sus exportaciones, dando un importante impulso a la economía insular, y sacando a la isla, más que nunca, del aislamiento comercial en el que se hallaba. Curiosamente, de los dos pescantes que existieron en este lugar, solo uno ha llegado hasta nuestros días, y es, justamente, el que nunca llegó a terminarse.
LA CONEXIÓN DE LA GOMERA AL MUNDO
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