
Los emigrantes marchaban en los buques extranjeros que recalaban en los puertos isleños. Navieras y capitanes obtenían grandes beneficios al dedicarse a este tráfico, pues al ser ilegal, embarcaban a más personas que las que permitía la capacidad del barco, acarreando con ello tremendas penalidades y muchas veces la muerte a los infelices emigrantes. En ocasiones, a las sombras de la noche, barcos de pescadores transportaban a los emigrantes hasta alta mar, donde el barco velero que esperaba los llevaría a cualquier lugar de la costa americana.
A finales del siglo XIX, el pasaje a La Habana desde Canarias costaba unos veinte duros, cantidad que equivalía aproximadamente a algo más de dos meses de trabajo.
Introducción
Los grandes inventos del ser humano han marcado la evolución de su especie. Se puede decir que los inventos son fruto del desarrollo intelectual y técnico del hombre. Esta página trata de poner de manifiesto la importancia que uno de esos grandes inventos, la máquina de vapor, adaptada a la navegación en el último tercio del siglo XIX, tuvo en el desarrollo de la humanidad y en el hecho migratorio.
La introducción de los motores de vapor en los barcos, significó la ruptura de una vez por todas de las infranqueables barreras oceánicas, constituyendo una verdadera revolución en las comunicaciones de la época, y dando lugar a las mayores y más grandes corrientes migratorias humanas conocidas. Estas corrientes migratorias, fundamentalmente, se producirán desde el viejo continente europeo hacia las nuevas tierras del continente americano.
LOS TRANSATLÁNTICOS
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LAS ILUSTRACIONES DE LOS BARCOS
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Las ilustraciones de los barcos, que se presentan en la Galería, son acuarelas en miniatura (9 x 6,5 cm.) del gran pintor tinerfeño Juan Davó (1897-1967), verdaderas obras de arte que denotan su dominio del dibujo, de la técnica de la acuarela y de la miniaturización.
Las acuarelas fueron pintadas por el artista en la década de los años 50 del siglo pasado, trabajando en la Litografía Romero de Santa Cruz de Tenerife, posiblemente para que sirvieran de ilustración publicitaria en cajetillas de cigarrillos.
Carmen Ana González González, en su biografía sobre el pintor Juan Davó Rodríguez, recoge que éste nació en Santa Cruz de Tenerife el 27 de enero de 1897. Su gran maestro fue Ángel Romero Mateos (discípulo directo de Sorolla), que supo transmitirle la preocupación por la luminosidad en el color. En 1920, abandonó su tierra natal para instalarse en Madrid, continuando sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Conoció al pintor vasco Ignacio Zuloaga del que tomaría su preocupación por las tonalidades grises. En 1926 ingresa en los talleres de la Litografía Romero de Santa Cruz de Tenerife, con el cargo de director artístico, alternando este trabajo con la práctica de la pintura. En 1957, se trasladó a Puerto Rico donde permanecería hasta el año 1962, en que se afincó en Seattle.
Posteriormente en el año 1966 volvió a Tenerife, donde moriría el 4 de marzo de 1967.
La obra de Juan Davó es amplia, tanto por número de realizaciones como por la variedad de técnicas utilizadas dominadas por el óleo, pasando por el temple, la acuarela y la aguada. Tenía pasión por el dibujo y también hay que destacar su buen hacer en el campo del grabado.
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EMIGRACIÓN A FINALES DEL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
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Esta revolución de las comunicaciones marítimas promocionó de forma definitiva a principios del siglo XX, por una parte, la emigración de las clases más desfavorecidas en busca de nuevas oportunidades, y por otra, los viajes turísticos transatlánticos para las clases más adineradas, así como el intercambio comercial entre los países. Como siempre juntos el dolor, el placer y los intereses económicos, como en cualquier otra gran gesta de la humanidad.
En los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, se estima que más de veintidós millones de europeos emigraron al continente americano. Más de tres millones y medio de españoles emigraron al continente americano en los últimos veinte años del siglo XIX, la mayoría de ellos gallegos, asturianos, cántabros y canarios.
Como consecuencia de esta masiva emigración, se amasaron grandes fortunas por los consignatarios marítimos conseguidas en la intermediación entre el emigrante y las navieras transportistas.
Junto a la grandeza y suntuosidad de los barcos transatlánticos, basadas en la inteligencia y el saber del ser humano, aparecía la cara oscura de la emigración maldita de los desposeídos. Con sus últimos ahorros se pagaban los billetes, en la mayoría de los casos sin retorno, a la tierra prometida. Huían del hambre, de la miseria, de la clandestinidad y del servicio militar obligatorio de los “pobres”, que no podían pagarse un sustituto o una redención. Muchos de estos hombres y mujeres, e incluso niños, no llegarían nunca a esa tierra; pereciendo durante la travesía apiñados en las cubiertas o en las bodegas de esas grandes máquinas navales.
Durante la Primera Guerra Mundial se acabaron estas masivas corrientes migratorias, y muchos de los barcos transatlánticos que las facilitaron fueron hundidos o desguazados. A finales de los años veinte las naciones comenzaron a poner freno a la libertad de emigración, promulgando leyes para su regulación.
EMIGRACIÓN CANARIA
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Los puertos canarios, en esta época, eran visitados por los barcos transatlánticos de gran parte de las mayores navieras del continente europeo. Estos puertos eran receptores de turistas, principalmente ingleses; plataforma para la exportación de la producción agrícola canaria a Europa, fundamentalmente al Reino Unido; y servían de punto de avituallamiento a los barcos en sus travesías a Sudamérica, África y Asia.

Una breve historia de estas y otras navieras, y de algunas de sus fabulosas máquinas flotantes, está recogida en estas páginas. Sin pretensión erudita, y con el sentimiento personal de que sirvan de homenaje y recuerdo a tantos y tantos hombres y mujeres que abandonaron su país en busca de la prosperidad y de nuevos horizontes. Y sobre todo, de aquellos que perdieron su vida en el intento, dirigiendo su última mirada hacia el infinito de la popa del barco que los transportaba, pensando en los padres, maridos o mujeres e hijos que atrás quedaban.
El transporte de los emigrantes canarios constituyó en más de una ocasión una forma de esclavitud y, siempre, un rentable negocio. El precio elevado del pasaje, daba lugar a que muchos se viesen obligados a firmar la "contrata de trabajo", en ella iba incluido el transporte y demás gastos del viaje. Por la contrata, los isleños quedaban durante años atrapados por los terratenientes, hasta que devolvían con su trabajo todo el dinero que les habían anticipado para el viaje. En definitiva, una mano de obra de recambio de los esclavos en las labores del tabaco y de la caña de azúcar.
A partir de los años treinta la emigración legal fue muy limitada. Desde 1938 hasta 1946, no se permitió la libre emigración en España salvo con países aliados como la Alemania nazi. Y esto, claro está, incrementó la emigración clandestina.
En esta emigración clandestina, los canarios empleaban fundamentalmente barcos de pesca artesanal, con muchos años de funcionamiento e incapaces de operar con mínimas condiciones en alta mar. Estos barcos se desplegaban como veleros, apoyándose en la posición de las Islas Canarias y en la acción de los vientos alisios. El número de pasajeros superaba con creces la capacidad normal del barco. La duración de la travesía era de unos cuarenta días, dependía esencialmente de los vientos y del estado de la mar. Las condiciones del viaje, en la mayoría de los casos, eran infrahumanas. Los emigrantes que arribaban al otro lado del océano sin documentación y sin medios económicos eran detenidos e internados en centros de reclusión. Los terratenientes que estaban interesados en contratar mano de obra barata y obediente, iban a esos centros a escogerlos, tal y como si se tratara de un mercado de esclavos.
LA HISTORIA: ¿la conocemos? ¿se repite?
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Según datos de la Secretaría de Estado de Inmigración y Emigración, los inmigrantes interceptados en las costas españolas cuando intentaban llegar a nuestro país de manera irregular mediante pateras, fueron, en el primer cuatrimestre del año 2005, un total de 2.726. Frente a un total de 3.168, en el mismo período del año 2004. De estos, llegaron a las costas canarias, en el primer cuatrimestre del 2005, un total de 1.159, y en el mismo período del año 2004, arribaron 2.284.
En los primeros diez meses del año 2005, se interceptaron 9.542 inmigrantes ilegales que pretendían alcanzar en patera el territorio español, frente a los 13.049 inmigrantes registrados en igual período del año 2004, sin contar los que fueron detenidos al utilizar otras vías de entrada como aeropuertos y puertos, sobre todo el aeropuerto de Madrid-Barajas y el Puerto de Algeciras.
Estas cifras siguen en aumento imparable, y a mediados del mes de mayo de 2006, solamente en un fin de semana, arribaron a las costas canarias 974 inmigrantes a bordo de cayucos procedentes de Senegal. Y hasta esa fecha, y desde el comienzo del año 2006, llegaron a Canarias por vía marítima más de 5.600 inmigrantes irregulares con origen fundamentalmente de Mauritania y Senegal. A lo largo de todo el 2006 alcanzaron las costas isleñas, en cayucos, 31.378 personas. En el año 2007, lo hicieron 12.478, y en el 2008, 9.181 inmigrantes.
Si estos son los llamados inmigrantes irregulares, ilegales o sin papeles, que fueron detenidos; ¿cuántos consiguieron llegar sin ser descubiertos y deambulan por nuestras calles de forma clandestina, mal viviendo de la caridad ajena o sujetos a desaprensivos sin escrúpulos que los explotan laboralmente sin ningún tipo de derechos o les obligan a ejercer la prostitución? Hay que tener en cuenta que aunque la inmigración en patera es la más llamativa, y la que habitualmente se refleja en los medios de comunicación, ésta no llega a representar ni siquiera el uno por ciento del total de la inmigración ilegal. Y aún más, ¿cuántos se quedaron en el camino del desierto sahariano, y cuántos perecieron tragados por las aguas mediterráneas y atlánticas? En cifras que sólo pueden ser aproximativas, algunas organizaciones no gubernamentales calculan que se han ahogado unas 6.000 personas desde el comienzo del presente siglo hasta finales del año 2006; y estiman que por cada cuerpo recuperado hay tres desaparecidos. Sólo a finales del 2005, perecieron ahogados alrededor de 1.700 inmigrantes, en su intento desesperado por llegar desde las costas mauritanas a las Islas Canarias a bordo de cayucos. En el 2008, cerca de 50 personas han perdido la vida. Cada vez son más los menores y mujeres, incluso embarazadas, que se encuentran entre los desaparecidos y ahogados.

Este efecto podrá tener mayor o menor intensidad cíclica en las corrientes migratorias en función de las mayores o menores restricciones de las leyes, o del mayor o menor grado de control de las salidas o entradas fronterizas, y de la mayor o menor estabilidad política de los países. Pero en definitiva, el factor económico y de desarrollo de los países seguirá siendo la causa estructural subyacente del fenómeno migratorio, fenómeno por otra parte, que como queda dicho tiene carácter cíclico, como cíclicos son los períodos económicos de “vacas gordas y vacas flacas”. Se puede decir que hay que aprender a convivir con el hecho migratorio de forma permanente, y que la globalización económica debe de ir acompañada de un reparto justo y equitativo de la riqueza entre todos los países y sus habitantes, para que podamos hablar de la emigración como un fenómeno consustancial al ser humano, que lo es, y además como un fenómeno enriquecedor de la convivencia, solidaridad y de la evolución de la especie humana. En definitiva, y dicho de una forma muy gráfica: "si yo como, mi vecino tiene que comer para que yo pueda seguir comiendo".
No caigamos en el olvido, ya que en éste descansan los cimientos de la guerra, la injusticia y la insolidaridad. Antes fuimos nosotros, ahora ellos, más tarde ¿quiénes serán? ¿Acaso ellos y nosotros no somos los mismos?
DOS NOTICIAS SOBRE LA INMIGRACIÓN CLANDESTINA
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El día 22 de julio de 2007, aparecieron dos noticias publicadas en el teletexto de Televisión Española, sobre las que propongo una reflexión. En las noticias textualmente se decía:
El naufragio se produjo debido al nerviosismo de los ocupantes y a una fuerte ola que impidió su trasbordo a las embarcaciones de rescate Luz de Mar y Conde de Gondomar.
Este ha sido uno de los naufragios con más número de muertos durante los últimos años. Se estima que la cifra puede llegar a los 80, aunque nunca se podrá confirmar".
"La Guardia Civil, con el apoyo de la Policía Local, ha localizado ya a ocho de los 70 inmigrantes que este sábado llegaban en una patera a la playa de la Hierbabuena, en Barbate.
Tres patrullas del instituto armado y dos de la Policía Local continúan con las labores de búsqueda del resto de los inmigrantes, después de que huyeran hacia el monte una vez que la embarcación tocó tierra.
Por su parte, los ocho inmigrantes interceptados, todos mayores de edad, se encuentran en el módulo de Salvamento de Cruz Roja. Posteriormente serán trasladados a dependencias policiales".
Hasta aquí las dos noticias. La reflexión podría girar alrededor de las siguientes preguntas:
¿Es suficiente dedicar dos días a la búsqueda de 80 inmigrantes naufragados desaparecidos en alta mar? ¿Se hubiesen dedicado esos mismos días para localizar a un solo náufrago español o europeo? ¿Cuántos días dedicarán las fuerzas de seguridad a localizar a los 62 inmigrantes huidos? ¿Fueron suficientes los medios materiales y humanos empleados en el rescate de los inmigrantes naufragados? ¿Cuántos medios materiales y personales se dedicarán a detener a los inmigrantes huidos? ¿Qué es más importante: la vida humana o la supuesta "seguridad" de la frontera de un país? Y ochenta vidas humanas, ¿son importantes? o "nunca se podrá confirmar".
Me parece que otra vez caemos en el olvido, y por lo tanto, en la injusticia e insolidaridad. Y surge la misma interrogación: ¿Acaso ellos y nosotros no somos los mismos?
Joaquín Julio Flores Peña
Variadas son las causas que obligaban a los canarios a embarcar para América. Aquí nos limitaremos a enumerar las más importantes. Destaquemos en primer lugar dos factores básicos de emigración que se hallan muy relacionados: el exceso demográfico de las Islas y la carencia de un desarrollo económico....
BIBLIOGRAFÍA
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- La emigración canaria contemporánea (siglo XIX).- Julio Hernández García.- Colección Guagua.- Ediciones Cabildo Insular de Gran Canaria.- Las Palmas, 1987.
- La emigración canaria a América.- Manuel Hernández González.- Viceconsejería de Emigración del Gobierno de Canarias.- 2005.
- El pintor tinerfeño Juan Davó: su vida y su obra (1897-1967).- Carmen Ana González González.- Servicio de Publicaciones de la Caja General de Ahorros de Canarias, nº 150.- 1990.
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4 comentarios:
Hola,busco familiares de Juan Albelo Garcia.nacido en 1893.emigro a cuba con varios hermanos.Andin,Maria.Domingo.pero dejo 2 hijos alla.por favor necesito obtener su certificacion de nacimiento y bautismo para obtener el pasaporte..saludo.mi nombre es FE ESPERANZA MONTESINO ALBELO.
que buen reportaje, busco información sobre los barcos a vapor que en Diciembre de 1950 salieron de Santa Cruz de Tenerife a la Guaira, se agradece
Información sobre barcos a vapor
👉 Trasatlánticos de la emigración: “Urania II” (1950-1953)
👉 Trasatlánticos de la emigración: “Surriento” (1949-1966)
👉 Trasatlánticos de la emigración: “Luciano Manara” (1948-1952)
👉 Para contactar con nosotros, debe de hacerlo a través del formulario de contacto y rellenar todos los cuadros marcados con un ☆acterisco
Excelente artículo, recién empiezo en la búsqueda genealógica de mis antepasados; quisiera información sobre los posibles navíos en los que emigraron mi bisabuelo y su familia hacia Cuba en el período de 1885 a 1900.
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