
El origen de esta manifestación pudo estar en el transporte de maderos de un aserradero que existió en la parte alta de Icod ya en el siglo XVI. Esta práctica evolucionaría a la fiesta, coincidiendo con la aparición del vino nuevo a finales de noviembre, festividad de San Andrés. También se baraja la hipótesis de la difusión de la corsa que todavía se conserva en Funchal (Madeira) y con la que se echan calle abajo.

La tabla tiene las dimensiones justas para ser ocupadas por el individuo sentado; el tablón es mucho mayor, pudiendo llegar a albergar a 10 ó 12 personas. El tablón puede ser incluso la hoja de una puerta antigua. Las maderas que se emplean son preferentemente de tea de pino, fundamentalmente por su dureza y resistencia.
La tabla se prepara adaptándola al apoyo delantero de los pies (traviesa), limando sus aristas delanteras para evitar cualquier roce que suponga freno, cruzando traviesas para fortalecer los bordes o la parte trasera, con el fin de proteger al ocupante de posibles choques de otra tabla. Para que la tabla se deslice mejor se le echan distintas sustancias en la parte inferior, como sebo o grasa de animal, aceite o cera de vela.
La tabla se prepara adaptándola al apoyo delantero de los pies (traviesa), limando sus aristas delanteras para evitar cualquier roce que suponga freno, cruzando traviesas para fortalecer los bordes o la parte trasera, con el fin de proteger al ocupante de posibles choques de otra tabla. Para que la tabla se deslice mejor se le echan distintas sustancias en la parte inferior, como sebo o grasa de animal, aceite o cera de vela.

Los juegos de los aborígenes canarios eran de participación individual y de enfrentamiento con un oponente. Es un punto de gran interés comprobar que no existieron juegos de carácter colectivo.
Puedes ver el grupo de juegos que consideraremos en esta entrada pulsando el título o la imagen.