
En el pasado, los montes que hoy se encuentran incluidos dentro de los límites del Parque Nacional de Garajonay se extendían, también, por esta zona. El retroceso que ha experimentado el bosque está relacionado con el papel fundamental que jugó la masa forestal en la economía de subsistencia gomera, que tuvo vigencia hasta hace escasas décadas. Así, los árboles fueron objeto de tala selectiva para la fabricación de muebles, casas, o utensilios de labranza. Del monte de extraía leña y se hacía carbón, combustibles esenciales para los quehaceres básicos hasta la generalización de los combustibles fósiles, que iban desde la cocina de los alimentos hasta el alumbrado, pasando por el ahumado de los célebres quesos gomeros. Se obtenía del monte, asimismo, forraje para el ganado.
En las zonas más claras del bosque, hasta mediados del siglo XX, se practicaba el pastoreo, con presencia permanente de ovejas y cabras. Desde los inicios de la colonización hasta la abolición de las jurisdicciones feudales, en 1812, el monte fue propiedad de los Condes de La Gomera, que determinaban las normas de explotación. Tras esa fecha, pasaron a ser montes de utilidad pública, pero siempre se buscó practicar una gestión equilibrada de sus recursos para evitar dilapidar un patrimonio esencial.
No fue hasta mediados del siglo XX que empezaron a escucharse voces en pos de su conservación, que cristalizaron con la declaración de Parque Nacional, acaecida en 1981.
UNA DESPENSA VERDE
El monte fue tradicionalmente una fuente indispensable para obtener los recursos que la población gomera necesitaba para sostener sus actividades. En la imagen, un brezo, utilizado con frecuencia para la obtención de leña.
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