ISLA DE MANANTIALES. EL MILAGRO DEL AGUA QUE NACE EN LA ROCA
Un oasis de verdor entre áridas paredes. Eso es Taguluche. La geología de la isla ha determinado siempre la idoneidad de los asentamientos humanos. La pendiente es sin duda un condicionante, pero ningún factor es tan decisivo como la presencia de agua. Las lluvias son escasas e irregulares en La Gomera.
Sin embargo, las aguas caídas sobre las cumbres, más húmedas, y las aportadas por las nieblas del alisio, se filtran a través de las rocas y se van acumulando en el interior de la isla. Cuando alcanzan la zona de contacto entre la primera y segunda series basálticas, resultado del devenir de la construcción volcánica de la Isla, brotan a la superficie en forma de nacientes o fuentes.
Los lugares agraciados con este accidente de la naturaleza se tornan en vergeles como por arte de magia, y conforman un auténtico oasis de vida entre un árido paisaje dominado por la roca. Esto no pasa desapercibido para los seres humanos, que necesitamos agua para desarrollar la agricultura y la ganadería de las que hemos dependido. La existencia de Taguluche, la población que tienes a la vista, se explica por este motivo: varios manantiales, como el de Las Tederas, afloran en sus laderas, y derraman el oro líquido ladera abajo.
Una bendición de la naturaleza que sus habitantes han sabido aprovechar a lo largo de los siglos.
APROVECHANDO EL REGALO DE LA NATURALEZA
Los manantiales de Taguluche afloran en terrenos de los vecinos del barrio, y pertenecen a la Comunidad de Regantes, que la reparten de forma proporcional en función del tamaño del terreno, según el sistema de dulas, imperante desde tiempo inmemorial. Esta gestión ha permitido el mantenimiento de los campos de cultivo durante siglos, santo y seña de este fértil valle.


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