Canarias es un santuario para la biodiversidad del planeta: aquí perviven formas de vida, fundamentalmente de flora, que han desaparecido en otras regiones. En este momento te encuentras a las puertas de una las grandes joyas del Archipiélago: el Parque Nacional de Garajonay, la mayor y mejor conservada muestra de laurisilva del mundo.
Hace 20 millones de años, una formación vegetal, exuberante, siempre verde y diversa, dominaba el paisaje desde el Océano Atlántico hasta el Mar Caspio, incluyendo ambas orillas del Mar Mediterráneo. Las suaves temperaturas y la satisfactoria humedad que presentaba esta región templada hacían posible su existencia.
Sin embargo, nada es eterno. Al finalizar el período Terciario, un súbito cambio climático se abalanzó sobre la región: las glaciaciones hicieron crecer los casquetes polares, y las diferentes zonas climáticas se desplazaron hacia el sur, empujando a la laurisilva hacia zonas más cálidas. Así, llegó a África noroccidental y a las islas de la Macaronesia. Una vez se retiraron los hielos, hace alrededor de 10.000 años, apareció el desierto en el norte de África y el clima de la cuenca mediterránea se volvió más seco que en el pasado.
En consecuencia, la laurisilva quedó confinada en la Macaronesia, a poca distancia del mayor desierto del mundo. Desde la llegada de los seres humanos al Archipiélago, los límites de sus dominios se han visto reducidos drásticamente, en particular en las islas más densas y pobladas. Es aquí, en La Gomera, donde sobrevive la más extensa y mejor conservada muestra: el Parque Nacional de Garajonay, Patrimonio Natural Mundial por la UNESCO.
LA SELVA DE LAURELES
Laurisilva significa, literalmente, selva de laureles. No obstante, está conformada realmente por una veintena de especies vegetales de distintos géneros. A la izquierda, un ejemplar de viñátigo (Persea Indica). A la derecha, una paloma rabiche, habitante de excepción de Garajonay.
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