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Este es el momento de reflexionar y tomar acción. Momentos de crisis nos ayudan a tomar consciencia de lo pequeño que es el ser humano y la importancia de disfrutar al máximo cada día. La historia nos demuestra que la humanidad ha sido capaz de reinventarse y sobreponerse en innumerables ocasiones. ¡Éste es tu momento! ¡Que nuestros sueños nos empujen a seguir viviendo con ilusión!
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Canarias y el Nuevo Mundo

Canarias
Enclave estratégico y base de experimentación del Nuevo Mundo


Canarias se convirtió desde el principio en una región clave y de referencia para la colonización en América. Cuando los Reyes Católicos crean la Casa de Contratación de Sevilla en 1503 para controlar y regularizar las mercancías que se enviaban y llegaban del Nuevo Mundo, una de las peculiaridades es que solo los nacidos de Castilla podían poblarlo.

El Rey Fernando II de Aragón, dictó dos resoluciones en 1507 y en 1511 dándole libertad a algunos canarios de formar parte de las expediciones coloniales en América con Pedro Mendoza o Pedro Fernández de Lugo. Lo cierto es que esas resoluciones no tenían la intención de que los canarios poblasen América en el siglo XVI debido a que en aquel momento el archipiélago no estaba lo suficientemente poblado. Pero con Cuba se hizo una excepción al principio ya que era una región deshabitada, y unos pocos comerciantes y agricultores canarios se llegaron a asentar.

Durante la segunda mitad del siglo XVII se establece que solo se va a poder importar al continente americano 1.000 toneladas de vino, de las cuales 400 corresponderían a Tenerife, 300 a Gran Canaria y 300 a La Palma. Esta restricción se debe a la pugna que existía entre la burguesía mercantil canaria y los funcionarios y comerciantes de la Casa de Contratación de Sevilla que estaban enfrentados por cuestiones comerciales y fiscales.

En la Real Cédula de 1678, popularmente conocida entre los historiadores como el "Tributo de Sangre", se establece que por cada 100 toneladas de mercancía había que llevar a cinco familias canarias a poblar América. Esto se debe a que Canarias había sufrido un fuerte crecimiento poblacional, y además servía como una estrategia de la Corona Española para que las tierras que no estuviesen pobladas en América no cayesen en manos de Inglaterra, Portugal o Francia.

Existe el debate si realmente este Tributo de Sangre fue una imposición injusta de la Corona Española o una maniobra de las élites de canarias para seguir comercializando con América y mantener su régimen mercantil. Algunos conocedores de este hecho piensan que fue injusto, para otros se trató de una oportunidad para prosperar que no tenía ese carácter de obligatoriedad.

El mito del tributo de sangre en la emigración canaria
Por Manuel Hernández González

Uno de los mitos más arraigados en la historia de la migración canaria es el concerniente a la época del llamado tributo de sangre, una etapa de nuestra historia moderna en la que la Corona castigó a la población insular con su traslado forzoso al mundo americano a cambio de la continuidad del régimen de comercio del Archipiélago con América. Pilar teórico que justificaba tal concepción es la célebre Real Cédula de 1678 por la que por cada mil toneladas de productos canarios concedidos, se obligaba a los canarios a enviar en tales buques cincuenta familias.

Sin embargo, esa interpretación simplista no resiste ni el más mínimo análisis riguroso ni su traslación a la realidad histórica. En primer lugar, porque esa propuesta partió no de la imposición de la Monarquía sino de las propias elites dirigentes canarias que querían garantizar con ello la continuidad de su régimen mercantil privilegiado, la única excepción al monopolio sevillano, e incluso hegemonizar el tráfico de un territorio con una compañía privilegiada, en una época de contracción de la economía insular, con la pérdida del mercado colonial portugués del vidueño, tras la Emancipación de ese país y de riesgo de sobrepoblación. Las clases dominantes insulares fueron conscientes de la posibilidad que se les abría de vincular la continuidad de su estatus con las necesidades de la Monarquía de poblar unos territorios prácticamente vacíos como los caribeños y en grave riesgo de perderlos. En 1663 el Capitán General Quiñones había propuesto al Consejo de Indias el envío de familias para poblar Santo Domingo y otras plazas americanas. En 1670 el cabildo de Tenerife solicitó a su diputado en la Corte la gestión de la continuidad de su permisión y una licencia para que cada diez años pudieran salir de Tenerife hasta 100 familias a poblar Santo Domingo, a las que se les debía de dar repartimiento de tierras.

En segundo lugar los navieros que trasladaban en sus buques las familias quedaban exentos del impuesto de la avería. Pero no era obligatorio, los que no lo hacían simplemente lo sufragaban, como se hizo en múltiples ocasiones en destinos ventajosos como los de La Guaira, donde era mucho más rentable la carga o cobrar el pasaje de las familias que lo pagaban y que iban directamente allí, que hacer escala en Puerto Rico o Santo Domingo, que eran el destino preferente de tales familias. De hecho las clases dirigentes insulares mostraron su desacuerdo cuando éstas fueron trasladadas por comerciantes sevillanos a cambio de privilegios mercantiles y el título de Gobernador, como acaeció con las que en 1684 y1685 trasladó Ignacio Pérez Caro. Sólo entonces hablaron de despoblación. Ellas querían participar activamente de ese pastel y de los privilegios que conllevaba y no que cayesen en manos de foráneos.

En realidad, hasta el reglamento del comercio canario-americano de 1718 el grueso de las familias emigradas no fue trasladada por esa vía, sino por particulares a cambio de privilegios, como acaeció con las cien familias llevadas a Rosario de Perijá por Juan Chourio, o lo hizo por su propia cuenta a destinos que consideraba ventajosos como Cuba o Venezuela. De nada servía el pago del pasaje si la Corona no invertía en la fundación de pueblos, en los utillajes para sus pobladores y en su alimentación durante los primeros meses. Hasta tales fechas no invirtió en tales desembolsos y lo hizo recaer sobre los privilegiados o sobre los pueblos ya establecidos.

A partir de 1718 La Corona decidió afrontar los costes del poblamiento de Puerto Rico y Santo Domingo, y en menor medida del Oriente venezolano con recursos procedentes de México, que lo financiarían. De esa forma arribaron familias que erigieron los pueblos de la costa y del interior de ambas islas y que prosperaron con el comercio de contrabando tanto con el Santo Domingo francés, como con otras colonias extranjeras. El pasaje fue un negocio para los navieros, porque una parte significativa de él fue pagada y no financiada con cargo a la exención del impuesto de avería. Hasta tal punto tenían claro las ventajas de ese recurso para sus intereses que promovieron la ampliación de su comercio hacia el Río de la Plata a cambio de trasladar familias a la fundación de Montevideo, como acaeció en 1728 y 1729, donde 50 de ellas dieron pie a la capital del Uruguay. Sin embargo, las presiones del monopolio sevillano prohibieron en ese año tal tráfico y por consiguiente dejaron de arribar. Precisamente sólo protestó con el traslado de las conducidas a la Península de Florida por la Compañía de La Habana si no eran enviadas en sus buques, pero les dio su beneplácito cuando ésta les abonaba su pasaje.

En tercer lugar ningún emigrante fue obligado a trasladarse por la fuerza. Es más, lo que lo hicieron fueron personas desarraigadas y pobres sin conexiones en América, que vieron en el pasaje gratis y la concesión de tierras la consecución de su sueño de acceder a ser hacendados. Por ello completaron las familias mujeres solteras con hijos ilegítimos. Fueron mucho más numerosos lo que lo hicieron por su cuenta, ayudados por redes de parentesco o de vecindad, que los introducían en medios como el venezolano o el cubano, donde había grandes expectativas de futuro. Además había plena conciencia tras los primeros viajes de a donde se iba y que perspectivas se le ofrecían. De ahí que acudieran por su cuenta a Santo Domingo, al reactivarse su economía con el tráfico fronterizo.

Con la instrucción de libre comercio de 1765, que abría al comercio peninsular el ámbito antillano, cesó el traslado de familias con cargo a los navieros. Éstos, ante la pérdida de rentabilidad de su tráfico, paradójicamente convirtieron a los pasajes en su fuente primordial de financiación. Por otro lado, la Monarquía, como sucedió con las trasladadas a la Costa de los Mosquitos en Honduras o a La Luisiana, siguió financiando su embarque e instalación en el Nuevo Mundo.

  • Manuel Hernández González es profesor titular de la ULPGC


Tributo en Sangre 
El Decreto que obligó a los canarios a emigrar a América
Por Gheorghe Félix Pop Gil


¿Qué fue el Tributo en Sangre?

En 1678, ante los signos de superpoblación de las Islas Canarias y en respuesta a la apremiante crisis económica, la Corona emite un decreto que obliga a un número determinado de familias a emigrar a América, el conocido como “Tributo de Sangre”.

Durante la segunda mitad del siglo XVI, y como respuesta al inminente despoblamiento de Canarias, la Corona decidió prohibir la emigración de los isleños a América. Apenas un siglo después se decidirá imponer una terrible medida para paliar este nuevo problema: por cada 100 toneladas de mercancías enviadas desde el Archipiélago al Nuevo Continente, 5 familias canarias debían viajar como colonos y asentarse en las nuevas tierras.

La Crisis del Azúcar

Desde finales del siglo XV, se implantó en Canarias una economía basada en la producción y exportación de azúcar de caña, llegando a haber tan solo en Gran Canaria 25 ingenios azucareros que, mayoritariamente, destinaban su producción a los mercados europeos.

No obstante, el esplendor que llevó a numerosos banqueros a actuar como mecenas de famosos autores de la época, algo que dotó a las “Islas Afortunadas” de un patrimonio cultural y artístico singular en aquel entonces, pronto cayó en crisis.

La sobreexplotación de los recursos hídricos, la intensa deforestación y la competencia del azúcar norteafricano o brasileño, trajo serios problemas a esta industria azucarera entre finales del XVI y comienzos del XVII. Este grave receso, debido a una economía que dependía exclusivamente de los flujos de comercio internacionales, llevó a muchos a huir de la pobreza marchándose a América.

Es por esto que, a mediados del siglo XVI, se comenzó a prohibir la emigración canaria al Nuevo Continente, en parte como respuesta a la crisis y, por otro lado, como un intento de asegurar mano de obra para los ingenios azucareros.
La Real Cédula de 1678

Casi 100 años después de la crisis del azúcar, la economía se había reconvertido a la producción y exportación de vinos, como es el caso del malvasía, muy apreciado por Inglaterra (hasta finales del siglo XVII).

Amparada por el éxito de este nuevo y beneficioso comercio, la población canaria llega a crecer un 13% entre 1676 y 1688. Estos signos de superpoblación llevan a la Corona a reeditar las restricciones al comercio que experimentaba Canarias y redacta la Real Cédula de 1678.

Esta Cédula, conocida popularmente como Tributo de Sangre, obligaba a que por cada 100 toneladas que las islas quisieran comerciar con América, debían enviar también a 5 familias canarias.

Esto, además de intentar dar solución a la inminente superpoblación, buscaba poblar zonas inhóspitas de América para evitar que cayeran en manos de otras potencias coloniales, tales como Inglaterra o Francia.

¿Qué consecuencias tuvo el Tributo en Sangre?

El Tributo en Sangre no tenía, en la teoría, un carácter obligatorio, puesto que aquellas familias que pudieran permitírselo (principalmente perteneciente a la élite mercantil) podían pagar una tasa que les eximiese de su cumplimiento.

Por el contrario, en la práctica, la gran mayoría de la población, de origen humilde, no podía hacer frente ni al pago del propio pasaje, llegando a ser compensados por la Corona para hacer frente a los gastos de los primeros meses. Una vez en América se les daba tierras para su explotación.

Así, aproximadamente 15.000 canarios llegaron a emigrar de manera forzada a las actuales República Dominicana, Puerto Rico, Texas, Luisiana, Campeche o Cumaná. Esto llevó a la fundación de ciudades como Montevideo y San Antonio de Texas.

Precisamente San Antonio, fundada hace 300 años, continúa teniendo de aquellos canarios que llegaron, llegando a mantener de manera simbólica algunas tradiciones y actos culturales.


  • Gheorghe Félix Pop Gil es Graduado en Historia por la ULPGC. Máster en Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona. Investigador en el CEDA desde 2019.


Fuentes: Historia de Canarias | Wikipedia | El Reto Histórico | Lobo Cabrera, M. (1998). Formas de poder y economía canaria entre los siglos XV-XVII, Investigaciones históricas: épocas moderna y contemporánea, nº 18, pp. 13-28. | Viña Brito, A. C. (2012). Canarias en el primer ciclo del azúcar. En: Semilla y letras: historia de la agricultura en Tenerife a través de los documentos escritos.

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